La ilusión en el mallorquinismo es palpable. Y no es para menos porque han pasado 15 años desde la última vez en la que el RCD Mallorca pisó unas semifinales de Copa del Rey. Y todavía ha pasado más tiempo desde aquel mágico 28 de junio de 2003 en el que el club levantó al cielo de Elche el único galardón copero de sus vitrinas.
Las calles de San Sebastián llevando teñidas de rojo todo el día porque ahí, desafiando el frío y la lluvia, alrededor de 500 mallorquinistas serán el aliento que necesitará el equipo para tratar de sellar su cuarta presencia en una final de Copa del Rey. Desde la isla, más de 3.000 aficionados ocuparán las gradas del Estadi Mallorca Son Moix con la seguridad de que, pase lo que pase en el Reale Arena, volverán a casa con el orgullo de llevar en el pecho el escudo de su RCD Mallorca.
La plantilla de Javier Aguirre tiene a las 21.30 horas, ante la Real Sociedad, en el Reale Arena, una cita con la historia. Y la afrontará sabiendo que no está sola porque a su equipo, el mallorquinismo nunca le ha abandonado.
